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POPULISMO Y CLIENTELAJE. CRÍA CUERVOS Y…

Publicado: 2014-05-21
Está claro que su intención es canjear votos a cambio de regalos. Lo que no prevé es que estos “presentes” no generan adhesiones o lealtades seguras. Sucede que basta que llegue otro que regalé más y mejor para que inmediatamente cambien de camiseta. Y es que lo único que se logra con ello es volver interesada a la gente, en lugar de promover compromisos de trabajo a favor de su comunidad.
¿QUIÉN REGALA MÁS?


Hay gobiernos y/o autoridades que buscan el desarrollo de los pueblos, pero hay otros que sólo buscan mantener contenta o tranquila a la gente. Este último modelo se conoce como populismo o clientelaje, y en democracias subdesarrolladas como la nuestra suele tener relativo éxito. Se basa en el principio del facilismo para obtener las cosas, pues en vez de enseñar a pescar, reparte pescados. Su propósito es mal acostumbrar a la gente sólo a recibir, en lugar de producir (volverla dependiente), creando un círculo vicioso en el cual, a más regalos, mayor pasividad y mayor margen de manipulación por parte de los gobernantes.

No obstante su éxito, principalmente en sectores pobres, está demostrado que el populismo es insostenible a largo plazo, pues genera embalses que en algún momento tienen que estallar. Esto lo ha vuelto políticamente impresentable, por lo cual los gobernantes se escudan tras a entidades (y personas) cuyo objetivo es practicarlo, sin que les salpique el desprestigio de su práctica. Este el caso, por ejemplo, de la ex jefa de la ONAGI, Dacia Escalante, y ello explica su renuencia a sacarla de su cargo, a pesar de las múltiples denuncias. Precisamente, en el momento en que la presión social en su contra afectaba significativamente al presidente Humala es que tuvieron que darle las gracias por “los servicios prestados”.

Este tipo de personajes generan los llamados poderes bajo la sombra (despachan directamente con el presidente), aunque su magnitud de poder difiera notoriamente. Por ejemplo, Vladimiro Montesinos disponía de cuantiosos fondos, los cuales le permitían manejar casi todas las instancias de gobierno. No es éste el caso de Dacia Escalante, quien, comparada con el “doc”, concentraba menos recursos, aunque no sabía distribuirlos. Precisamente, de lo que se desprende de las investigaciones es que sólo buscaba mantener contentos a la gente de su entorno, gobernadores y burócratas de la ONAGI, mientras engañaba a la población pobre.

Sin embargo, no es sólo a nivel de poder central donde se practica el populismo. En efecto, a un nivel local y regional, las demostraciones de prácticas populistas se tornan frecuentes en época electoral. En este caso es el propio candidato que no tiene el menor pudor en convertirse en el gran “dadivoso” en cuanto lugar visite. Está claro que su intención es canjear votos a cambio de regalos. Lo que no prevé es que estos “presentes” no generan adhesiones o lealtades seguras. Sucede que basta que llegue otro que regalé más y mejor para que inmediatamente cambien de camiseta. Y es que lo único que se logra con ello es volver interesada a la gente, en lugar de promover compromisos de trabajo a favor de su comunidad.

“La gente no es tonta”, “al pueblo no se le compra” son algunas de las frases que solemos escuchar cuando vemos estas demostraciones de populismo o de clientelaje. Insisto, son los propios gobernantes y candidatos quienes la vuelven viva e interesada (crea cuervos y te sacarán los ojos). Una pregunta que habría que hacerse es ¿de dónde sacan el dinero para regalar?, pero otra más preocupante es ¿cómo recuperarán este dinero, de llegar al poder? La respuesta cae por si sola y nos lleva a entender el porqué algunos personajes son los grandes beneficiados en las obras que realizan gobernantes, alcaldes, congresistas, y presidentes regionales.

Planteadas las cosas de esta manera pareciera que el escenario electoral nos planteara una contienda entre la viveza de los gobernantes (y sus financistas), y la de los gobernados. Sin embargo, la consecuencia inevitable de este tipo de modelos es la pérdida de los valores cívicos y ciudadanos, sobre los que se basa una democracia. No es casualidad en este sentido que los gobernantes y autoridades sostenidos por el populismo y el clientelaje degeneren fácilmente en estructuras corruptas y delincuenciales, verbigracia los gobiernos regionales de Ancash y de Tumbes. A manera de reflexión se puede colegir que el populismo y el clientelaje socavan el sistema democrático, pero al mismo tiempo, quienes los promueven, terminan cayendo, víctimas de un modelo basado en la ambición y en el interés particular.


Escrito por

Billy Crisanto Seminario

Buscador incansable de la verdad. Temperamental y apasionado. Deprimido a ratos, sin embargo me llena de dicha contemplar las estrellas. Cuando me siento mal vuelo al mundo de la fantasía donde encuentro a mi musa a quien colmo de amor y luego...simplemente es


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