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El baile de Conga y la baja de popularidad del presidente Humala

Publicado: 2011-12-20

Tras leer la última encuesta de Ipsos Apoyo y constatar que su popularidad en el país ha caído al 47 por ciento, el porcentaje más bajo desde que asumió la presidencia, es muy posible que Ollanta Humala haya pasado un amargo momento.

Posiblemente, el mandatario peruano no habrá podido evitar mirar con envidia a su esposa, Nadine Heredia, por el 57 por ciento de aprobación con el que cuenta, y seguramente sintió mucha nostalgia por aquellos 23 puntos perdidos contando desde agosto en su bastión electoral, el sur del país.

Apostamos a que en lo primero que pensó el mandatario fue en Conga.

En los gráficos de la encuesta todas las curvas apuntan hacia abajo. La popularidad presidencial sufrió una caída en todos los sectores socioeconómicos y geográficos del país.

En total, cayó 9 puntos porcentuales, pero si contamos desde el mes de setiembre, cuando alcanzó su pico en 65 por ciento,  su popularidad disminuyó 18 puntos, constatándose así que se encuentra cayendo a un ritmo acelerado.

El 66 por ciento de los encuestados señala como la principal razón de su desaprobación que el presidente no cumple con las promesas que hizo en la campaña.

Y si en algo coinciden Fernando Rospigliosi y Carlos Tapia, analistas que se encuentran en orillas ideológicas opuestas, es en señalar como una cuestión clave la forma en la que este ha manejado los últimos conflictos socioambientales, en concreto el referente al proyecto minero Conga en Cajamarca.

En campaña, Ollanta Humala prometió a los cajamarquinos asegurar la cabecera de las cuencas para que la provisión de agua para el consumo humano quede asegurada. A cien días de asumido el gobierno, en aquella entrevista “a cuatro manos” y mientras la protesta en Cajamarca daba sus primeros pasos, las primeras declaraciones del mandatario fueron para asegurar la continuidad del proyecto minero.

“Conga va sí o sí”, fue el germen que permitió el escalamiento de la protesta.

Tras el primer paro acatado por las principales provincias de la región Cajamarca el 9 noviembre, esta posición del gobierno no negociable fue lo que permitió a los opositores al proyecto como el presidente regional, los alcaldes provinciales y los frentes de defensa sumar fuerzas y consolidar una sólida plataforma.

El diálogo se frustró y el paro se volvió indefinido desde el 24 de noviembre. El 29 los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes congregados en la laguna Perol, una de las cuatro que serían afectadas por el proyecto minero, dejaran 8 heridos. Cuando se pensaba que violencia escalaría y la prensa esperaba el anuncio de un manifestante muerto o una baja policial, el gobierno decretó el  estado de emergencia en cuatro provincias de la región el 5 de diciembre.

Sin embargo, la baja fue el primer ministro Salomón Lerner Ghitis, quien renunció para darle libertad al presidente para que realice ajustes a su plan de trabajo, como mencionó en su carta.

Al llegar, el militar en retiro y empresario, Oscar Valdés, al premierato, se levantó el estado de emergencia y se suspendió el paro en Cajamarca, al tiempo que se prometió el peritaje internacional para Conga.

Así, el presidente marcó lo que parece será su estilo para manejar los conflictos: el principio de autoridad en la negociación y los tecnócratas sobre los políticos; cuestión que –como señala la encuesta- no ha sido bien recibido por aquellos que esperaban de él algo distinto.

Humala parece responder a aquel 53 por ciento de la población que en la última encuesta de Ipsos Apoyo señala que debería haber más inversión minera en el país y al 68 por ciento que reconoce que el proyecto Conga requiere de mejoras técnicas y un peritaje internacional.

Al mismo ritmo de la caída de la popularidad presidencial se están perfilando quienes son y serán sus nuevos adeptos, según el análisis desagregado de esta cifra en cada región.

Por ejemplo, de agosto a diciembre, en el sur del país -el bastión electoral que acompaña a Humala desde las elecciones del 2006- Humala perdió la confianza del 23 por ciento de sus seguidores.

En el norte y el centro del país, aunque en menor proporción, la historia es similar.

No obstante, es en la capital donde Humala podría esbozar una tímida sonrisa. En estos cinco meses, allí donde no pudo ganar en las elecciones y empezó su gobierno con un 47 por ciento de aprobación, y a pesar de haber conseguido un pico del 63 por ciento en octubre,  el mandatario se mantiene con un 49 por ciento.

Desagregando según los sectores socioeconómicos, otros salvavidas de la popularidad del presidente son los sectores A y B.

En agosto contaba con 44 y 41 puntos porcentuales de aprobación, y ahora en diciembre cuenta con 51 y 44 puntos respectivamente.

En el sector C Humala cayó 8 puntos, de 54 a 46 por ciento; en el D son 11 puntos, de 58 a 47 por ciento; mientras que en el E, donde se encuentran aquellos hacia a los que iba destinada la gran transformación, su popularidad cayó 15 puntos, de 63 a 48 por ciento.

Desde esta perspectiva, en Lima y en los sectores A y B, a pesar de la caída de este mes, Ollanta Humala cierra el año a flote.

En suma Humala, en la comodidad de Palacio de Gobierno, debe haber pensado en segundo lugar hacia quiénes apunta su Gobierno.


Escrito por

La mula

Este es el equipo de la redacción mulera.


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